Encuentro del Gobierno General y de los Gobiernos de los Organismos Mayores de MICLA

Medellín (Colombia), 2 de diciembre de 2019

Queridos hermanos:

Considero que este Encuentro del Gobierno General con los Gobiernos de los Organismos Mayores de MICLA es un momento importante de evaluación de nuestra vida y misión en la “viña joven”, y de discernimiento sobre el tipo de presencia y servicio misioneros que estamos llamados a ofrecer en este querido continente de América.

Ahora, después de 150 años, ya no es una “viña joven”, sino una misión adulta que da frutos. Quizás, la necesidad de este momento es la poda adecuada para dar más frutos. El escenario predominantemente cristiano o incluso católico en la mayoría de los países de América es un terreno abierto para los misioneros y para muchas iniciativas misioneras, a diferencia de muchas otras partes del mundo.

Nos encontramos en un momento de la historia marcado por cambios de época o, mejor aún, por un cambio de época que afecta a la sociedad y a la Iglesia. Muchos países de América, y particularmente en el ámbito político, están atravesando tiempos de disturbios y de un inmenso sufrimiento para las personas. Cada vez más países están experimentando momentos de brote y represión sociopolíticos. La pobreza, en sus diferentes formas, y a pesar del progreso y la abundancia en el mundo, está en aumento. El grito del planeta tierra y la angustia de los pobres en diferentes partes del mundo, especialmente en la Amazonía, son lo suficientemente fuertes como para ser ignorados.

Somos conscientes de que, como misioneros claretianos, tenemos una herencia espiritual que puede fecundar a la Iglesia y el mundo a pesar de ser un pequeño grupo. Estamos presentes en la mayoría de los países de América y tenemos un maravilloso pasado a nuestras espaldas. Nuestro Padre Fundador realizó su misión, después de fundar nuestra Congregación, precisamente en este continente. Tenemos, además, grandes pioneros como Vallier y otros en cada una de las fundaciones, y misioneros claretianos reconocidos por su santidad como Avellana, Tobías y otros.

Mirando el panorama misionero de la misión claretiana en este continente americano, hay muchas cosas maravillosas por las que deberíamos estar agradecidos. En los primeros tiempos éramos conocidos por nuestra predicación misionera o por las misiones populares. La gente solía buscar a los corazonistas, como se nos llamaba y éramos conocidos. Eso mismo fue causa de muchas vocaciones. Fuimos vistos como hombres espirituales, solicitados para la formación en los seminarios y la dirección espiritual. A este respecto os pediría que nos preguntáramos: ¿Por qué somos conocidos los misioneros claretianos en nuestras Iglesias Locales y en la sociedad hoy?” El estilo de realizar la misión en comunión cercana con la gente, la pastoral educativa claretiana, el diario bíblico, la pastoral bíblica, las iniciativas como Hogares Claret, la educación superior como Universitario Claretiano en Brasil y la Uniclaretiana en Colombia… son algunos ejemplos de motivos por los que seguramente somos conocidos.

A medida que pasa el tiempo, puede suceder que la rutina y los hábitos asfixien el espíritu profético y causen rigidez e instalación. Durante las visitas canónicas se ha señalado la fragilidad vocacional de las personas como una preocupación. Y este dato es evidente si miramos las tasas, estadísticamente altas, de problemas afectivos y de salidas de nuestra Congregación con las que se enfrentan muchos de nuestros Organismos Mayores. Soy consciente de que la falta de personal para llevar a cabo las misiones existentes puede ser vivida como una tentación a caer en un modo de supervivencia, y como una causa de miedo ante una hipotética próxima desaparición. Nuestros procesos de reorganización han sido una respuesta inicial a la tendencia decreciente. Sin embargo, no podemos depender de soluciones rápidas para los síntomas de un cambio de transición. Lo que necesitamos es identificar nuestros puntos débiles y ciegos, ser conscientes de lo que está sucediendo en nuestro entorno, y caminar hacia el futuro con plena confianza en la acción del Espíritu Santo. Ésta es una oportunidad para cultivar la fidelidad creativa al verdadero espíritu carismático que permanece en el tiempo.

En el patrón cíclico del crecimiento y declive de la vida religiosa en su andadura histórica, se dice que estamos ahora en el momento de declive. A menudo, las personas recurren al esfuerzo inútil de mantenimiento o supervivencia tratando de centrarse en la administración de instituciones y ministerios importantes. Necesitamos un conjunto diferente de actitudes y acciones para pasar de un modo de supervivencia a un modo de renovación. El declive de una Congregación a menudo se ve acelerado por la política de poder, la apatía espiritual, el activismo, la religiosidad rígida, el lujo y la eventual pérdida del calibre profético. El Papa Francisco se refiere a ellos nombrándolos como clericalismo, mundanidad espiritual, apatía pastoral y auto-referencia. Nosotros estamos ya familiarizados con estas expresiones pero debemos verificar si las diagnosticamos como factores que nos estén llevando a nuestro propio declive como congregación misionera.

El proceso de revitalización se ve decisivamente estimulado desde un necesario avivar espiritual y carismático que coloca, tanto a Jesús de Nazaret y su visión del Reino de Dios, como al Pueblo de Dios, nuevamente en el centro de nuestro horizonte.

El Espíritu Santo inicia todo el movimiento invitando a una transformación de la conciencia para ver la realidad desde la perspectiva de Dios. La diferencia se puede percibir en la forma en la que el reciente Sínodo amazónico ha sido percibido por diferentes personas. Para algunos, ha sido una invitación a mirar toda la destrucción sistémica que está ocurriendo en el sistema humano y ecológico de una región remota y olvidada, y que también se puede extrapolar a lo que está ocurriendo en otras partes de nuestro planeta. Para otros, la preocupación ha sido la Pachamama y el regreso a la idolatría por parte de un papa pagano.

Un segundo aspecto que debemos adoptar es la visión colectiva que involucra a la comunidad, la responsabilidad de abajo hacia arriba, el discernimiento colectivo. Todo ello requiere nuevas habilidades propias de un diálogo espiritual, una escucha y una sensibilidad trans-racional (mística). La renovación hoy no será individual sino comunitaria. Tenemos ejemplos de esto en todas partes del mundo secular, especialmente en el campo de la Información y de la Tecnología. Dado que el camino de la renovación es un itinerario a recorrer, nuestras comunidades necesitan aprender a caminar hacia adelante sintonizándonos con las mociones del Espíritu Santo. Esto hace que sean cruciales tanto el discernimiento colectivo a través de la escucha atenta como el estado de atención para ver los signos de los tiempos.

Un tercer aspecto de la renovación es la fidelidad creativa al carisma. Necesitamos recuperar el impulso que movió a nuestro Fundador a responder a los desafíos de su tiempo y de una manera nueva en aquel momento. ¿Qué nos pide el Espíritu Santo hoy en nuestras circunstancias cambiantes?

Estamos viviendo en un período liminal que nos invita a abrazar el misterio pascual y a permitir que el Espíritu Santo renueve y revitalice nuestra Congregación discerniendo los signos de nuestro tiempo. Debemos dar la bienvenida a diferentes formas de muerte para acoger la nueva vida del Espíritu Santo en nuestra Congregación.

El P. Peter Schweiger dijo según las crónicas: “Somos una Congregación lo suficientemente pequeña como para conocernos y lo suficientemente grande como para hacer grandes cosas en la Iglesia”. Esto es muy cierto si nos referimos a nuestra presencia en este continente americano y en los ámbitos de sus Iglesias Locales. En nuestros tiempos, debemos asumir la responsabilidad de nuestra vida y misión, y enriquecer a la Iglesia de este continente.

Queridos hermanos, hagamos que este paradigma transforme la forma en la que pensamos y hacemos las cosas como misioneros claretianos, teniendo en cuenta además el nuevo contexto emergente en este continente de América tan querido por nuestro Fundador. A continuación os ofrezco algunos puntos para nuestro discernimiento colectivo en este encuentro:

  1. La necesidad de ir más allá de los aspectos aparentes y visibles de nuestra cultura y sociedad para ver los patrones y estructuras subyacentes del pensamiento y las formas de hacer las cosas. Nos mantendremos encerrados si una y otra vez volvemos a representar los mismos viejos patrones. ¿Cómo leemos nuestros propios problemas en los Organismos Mayores y la agitación sociopolítica que tiene lugar en muchos de nuestros países? ¿Vemos el misterio más profundo de la presencia de Dios en medio del caos y del orden, y ante el que se nos invita a dar nuevas respuestas? Necesitamos conectarnos con nosotros mismos, con la naturaleza y con la sociedad en el nivel más profundo del espíritu de Cristo resucita Necesitamos vernos no solo desde el pasado, sino también desde el futuro emergente. De ahí el desafío de una sana espiritualidad misionera como base de nuestro permanente camino hacia adelante.

2.      La necesidad de establecer redes y de compartir con una visión común para América.

Haremos bien en comenzar con lo que nos une en los ámbitos de carisma, misión y afinidades culturales, y en enriquecernos mutuamente con la riqueza distintiva de cada Organismo Mayor. Veo varias áreas las que nosotros, misioneros claretianos, podemos ofrecer juntos una respuesta

más efectiva. De hecho ya estamos haciendo mucho en algunas de estas áreas, especialmente en la pastoral bíblica y en la JPIC, aunque podrían incluso fortalecerse aún más:

  • La pastoral parroquial claretiana. Una parte considerable de misioneros claretianos sirve en la plataforma evangelizadora de las parroquias. Quizás, la pastoral menos coordinada en nuestra Congregación sea la pastoral parroquial. Por lo tanto, es posible que una parroquia y las personas que allí se encuentran estén a merced de pastores cambiantes y de sus cambios de hum ¿Cuál es la contribución específica de una parroquia claretiana en una Iglesia Local? La iglesia parroquial como lugar de encuentro con Dios y la parroquia como comunidad del Pueblo de Dios son un excelente lugar de evangelización. La preocupación de nuestro Fundador fue la catequesis a las personas para que éstas conocieran a Dios y a la Iglesia. La mayoría de la gente conoce a la Iglesia por fuentes externas, especialmente por fuentes contrarias a la Iglesia. Si actuamos solamente como sacerdotes parroquiales, empobrecemos nuestra presencia y servicio en la Iglesia Local.
  • La educación superior. Cuando veo a los jóvenes en las periferias, atrapados en pandillas vendiendo drogas y traficando, me pregunto si podemos hacer algo concreto para estos jóvenes en las periferias ofreciéndoles alternativas que les hagan accesibles determinados estudios profesionales. Se podrían ampliar la experiencia de Brasil y la iniciativa ahora en Colombia para llegar a más jóvenes.
  • La inmigración y los refugiados. Como muchos de ustedes, mi corazón se entristece cuando veo a jóvenes de Venezuela, y de otros países en problemas, huyendo de sus países, tierras, etc., y buscando refugio en otros lugares. Muchas de nuestras Provincias y Delegaciones están haciendo mucho de manera individual. Seríamos más efectivos si conectáramos nuestros esfuerzos.
  • El apoyo a la Vida Consagrada. La misión de evangelizar a los evangelizadores es parte de nuestro carisma. Este servicio misionero se ha centrado especialmente en el acompañamiento de la Vida Religiosa. Nuestros Institutos de Teología de la Vida Consagrada en diferentes continentes nos ofrecen un lugar para empoderar a este grupo silencioso y poderoso de evangelizadores. La iniciativa de MICLA podría ser un lugar oportuno de nuestra contribución a la Iglesia en América.
  • La plataforma de internet y de las redes sociales para la evangelización. Aquí también tenemos muchas iniciativas tanto de individuos como de Organismos Mayores. ¿Cómo unimos recursos e iniciativas y nos relacionamos con otros para dar a conocer el Evangelio y la verdad de la Iglesia?
  • La misión en los pueblos amazónicos e indígenas. También tenemos cierta presencia en la misión amazónica. Sin embargo, necesitamos una presencia y acción más decisivas a favor de esta preocupación de toda la Iglesia.
  1. Caminar en comunión con la Iglesia universal. El pontificado del Papa Francisco invita a toda la Iglesia a un itinerario de conversión para volver al espíritu de los Evangelios. La enseñanza del Papa y de los diversos sínodos que Él ha convocado manifiestan su preocupación por la transformación de los pastores y algunos temas específicos. Hemos de recorrer este camino de transformación en comunión con la Iglesia universal. Necesitamos escuchar el llamado del Papa y responder al mismo con acciones concretas. Seguramente, y a menudo, no serán añadidos a nuestros servicios pastorales sino una calificación de nuestra vida y misión.
  2. Presencia entre los jóvenes y el desafío de la selección vocacional y de la formación. En una conversación reciente con jóvenes religiosos, hemos notado un gran cambio de prioridades. Los jóvenes quieren que se le dé importancia a la comunidad, la presencia y el acompañamiento, la coherencia en la vida, a Cristo como centro, el diálogo, la participación, etc. La atracción de los valores que vivimos es quizás la variable más importante para estimular el interés vocacional entre los jóvenes. En la formación, necesitamos asegurar el acompañamiento, la integridad y la responsabilidad personales para ayudar a los jóvenes misioneros a crecer en su integridad vocacional.

He pretendido compartir estas reflexiones para provocar una reflexión común. Éste es un momento de gracia y hemos de discernir juntos lo que el Señor nos pide en este continente. Encomiendo nuestro encuentro al Corazón Inmaculado de María, cuyo firme “fiat” es un ejemplo para que busquemos y hagamos la voluntad de Dios, independientemente de lo que cueste.

P. Mathew Vattamattam CMF

Superior General