Considera los admirables ejemplos de virtud que desde su más tierna infancia da San Antonio María Claret. Nace en Sallent de unos padres cristianos, modestos tejedores, que se distinguían más por sus virtudes cristianas que por su fortuna. De ellos aprende el santo temor de Dios, la piedad y un espíritu de fe viva que le hace pensar con frecuencia en la eternidad y en la desgracia de los condenados. Distíngase por su modestia, por su obediencia y sobre todo por su inocencia, que él cultiva con una tierna devoción a la Santísima Virgen y a la divina Eucaristía. En medio de sus juegos infantiles sentía interiormente una voz que le llamaba; y obediente a ella, acudía al templo a los pies de la imagen de María o del sagrario. Así santificó su infancia y conservó intacta la inocencia bautismal.