Vivan gozosamente todos los Misioneros el don de la propia vocación
Además, deben desear ardientemente que ese mismo don les sea concedido también a otros y que nuestra Congregación crezca más cada día para anunciar el Reino de Dios.
Consideren todos dirigida a sí mismos la exhortación divina: “Rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”.